Un cambio de melodía emitida por el piano y el bandoneón, eso es lo necesario para cerrar los ojos y
empezar a disfraz la melancolía con una sutil forma de alegría, una alegría
falsa fabricada a la medida del soñador, es la única cura, todo termina en un
mar de lágrima y de sonrisas ahogadas.
Cierro los ojos y suspiro, todo parece más ligero la percepción del
tiempo desaparece, pudo haber pasado una hora o una eternidad y lo único que
siento es la melodía poseerme mientras que hago parte de una baile del que no
llevo el control, abro los ojos corro en la sabana, soy un guepardo, nada me
detiene nada me obliga a correr lo hago para
sentir el viento en mi cara, para deshacerme de mi vida humana y empezar
una nueva vida animal, pero dura poco, parpadeo ahora no sé qué soy, estoy en
Paris , llueve y siento un aroma a café camino, no tengo rumbo, la melodía
cambia, es más romántica y más cercana, siento al pianista a mi costado pero no
lo veo, camino más, lo busco, veo parejas de enamorados disfrutando de la
lluvia en sus rostros, lloro, nadie lo nota, todos lloran alguna vez en la
vida, es tan común que cuando el alma llora nadie lo toma en serio, pronto mis
lágrimas se confunden con la lluvia, parpadeo, ahora todo es negro, la melodía
se detiene, tengo los ojos cerrados, no los quiero abrir, tener que enfrentarme
a la inevitable melancolía que había abandonado hace pocas canciones.
Abro los ojos, allí está ella, bebe café a pequeños sorbos, me sonríe
con naturalidad, me siento triste pero de alguna extraña manera ella me saca
mil sonrisas, nunca hubo piano de bandoneón, era su voz, la bella melodía que
me llevaba lejos de mi melancolía, su voz me hizo viajar a través de los más
incongruentes lugares, puede que sea un hombre triste y melancólico algo flaco
y solitario, pero cuando la escucho hablar a ella mis lágrimas se transforman
en sonrisas y mi melancolía se disfraza de algo tan efímero y apasionante como
el amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario