martes, 7 de julio de 2015

Tras dos meses de no verle, esa noche acabó mi tranquilidad. (Autor traspapelado)


Buenas noches caballero…
Esa primera línea, justo encima  de estas palabras ha sido fruto de un gran esfuerzo, producto de un inmenso dilema, ¿cómo nombrarte?, ¿cómo llamarte?... pensé en escribir tu nombre, un poco diplomático para mi gusto, después pasó por mi mente decirte compañero, pero compañero es más de lo que eres y mucho menos de lo que fuiste; me saldría de contexto si decidiera llamarte amor, aunque aún lo seas. Hace un par de años me hubiera sido muy fácil comenzar este intento de epístola con un “Buenas noches príncipe”, pero hoy es complejo, incoherente, ¿cómo podría llamarte príncipe?, y.. ¿Príncipe de qué?, ¿de eso que con tus manos derribaste al partir?, no puedo llamarte amigo, ni hermano, varón sería descomunal; así que por esta noche nos tendremos que conformar con que usted sea un caballero, y no uno de esos honorables hombres de la edad medieval, sino simplemente un caballero,  solo una palabra que tiene como único propósito tratar de manera formal a un individuo de género masculino.

¿Te parece incoherente la lejanía de los sustantivos y la cercanía casi invasora de la forma?,  incoherencia es mi definición más próxima desde que tú, estimado caballero, pasaste en frente de mi vista por primera vez.

Lo he intentado todo, y por si lo que necesitas es un consejo para recuperarte de una decepción amorosa, te puedo decir que lo del helado es un mito, sólo he conseguido ganar varios kilos en tiempo récord;  arrojar a la basura todos los recuerdos físicos no sirve de nada cuándo mente y corazón se empecinan en retener cada segundo  vivido; llorar hasta agotar las lágrimas es una pérdida de tiempo, tarde o temprano el depósito estará lleno otra vez y podría convertirse en un círculo vicioso; conocer a otra persona es un fracaso, a parte es crueldad, es como sacar el puñal de tu herida para enterrarlo a un inocente esperando que con eso tu llaga sane, dos dígitos de apellido “meses” que han ido de intento en intento, de fracaso en fracaso y que lo único que han logrado es demostrar que eso de que “el tiempo lo cura todo” es la mentira más grande que pude haber creído. 
A esta altura le siento más lejano, y es que los intentos duelen, la esperanza duele, la resignación duele, la nostalgia mata, y mata lento… tal vez a eso se deba la sensación de lejanía, pero aún no logro discernir, ¿me voy y usted se queda?, ¿se ha ido y yo sigo anclada?, o… ¿nunca estuvo y estoy engañada?.

Usted y yo, caballero, estamos eternamente condenados, condenados a no ser siendo, nos atamos, y no fue una atadura a primera vista, fue una atadura a primer café, a primera charla. Usted prisionero de mi irreverencia y yo prisionera de su indiferencia. Usted y yo somos un par de privilegiados que son más alma que cuerpo, y aunque le haya visto traicionándose con vanidades, es imposible ignorar su esencia, usted y yo hemos fundido nuestras almas, usted y yo somos un par de vagabundos incomprendidos, sólo yo puedo leerle los ojos y sólo usted puede desnudar mi alma, usted y yo somos un par de locos, usted y yo somos un par de insaciables, usted y yo, usted y yo… ofrecemos mucho, demandamos nada.

Usted es cielo y suelo, yo soy  infierno y  salvación, ambos somos miedo y esperanza.


Hoy me siento un poco más sincera, más libre, hoy no se me antoja hacer uso de la retórica, hoy me nace ser explícita y decirle que usted y yo caballero, usted y yo somos todo, y al fin de cuentas somos nada.

Ornamento (Traspapelé el nombre del autor/a)

Fue un largo camino, una gran distancia tal y como me gusta, al lado de la ventanilla para deleitarme no como un niño sino como un cachorro en su primer paseo en automóvil, casi sin poder disimular la fascinación de observar el paraíso;  verde, mucho verde en infinitas presentaciones, y en medio de las imponentes montañas y el eterno color esperanza unas cuántas manchas amarillas, guayacanes como pavos reales, cortejando mi vista con su belleza, llenos de vida, extendiendo sus florecidas ramas, dejándose acariciar por la brisa, la misma que arrebata una que otra flor para ponerla a sus pies, toda una obra de arte, un tapete amarillo, un sendero de honor. Un par de metros más adelante me encuentro frente a un pedazo de brócoli gigante, frondoso e imponente, lleno de vida, abrazado por miles de raíces, no daba lugar a un sólo centímetro carente de las más finas curvas y los más perfectos relieves.

En el corazón de la majestuosidad un pequeño caserío, minúsculo y mimado, escoltado por las silenciosas montañas, pueblo de paracos y humildes campesinos, apenas un par de lomas llevando a cuestas kilos de coloridas tapias, en medio de las calles llenas de boñiga una anciana camina, con suerte tendría apenas un poco menos de 80 años, sonríe, lo hace libremente dejando expuestos un par de dientes de oro, sonrisa llena de vaivenes, cada arruga grita una realidad, dibuja una travesura y recuerda un amor; su sonrisa se tatúa en mi alma y es inevitable cuestionarme, divagar e imaginar cuál será mi adorno en el atardecer de este camino, tal vez tinta sobre mi piel, un par de cicatrices, las inevitables arrugas y una que otra mancha de sol; lo normal, lo común, lo inherente a este pedazo de carne y huesos.


Miro mi mano, imagino la tuya entrelazándola, ahora jóvenes... después un tanto viejas, ahora físicas... más allá un tanto intangibles, sutil adorno en el ocaso de mi vida; toda una vida para adornarte de historias y caricias, mil y una sendas juntos, centenares de lugares, las mismas almas, millones de motivos, las mismas sonrisas encontradas, infinidad de formas y una sola esencia: tú y yo observando cada día al dejar encontrar nuestras manos un perfecto ornamento teñido de amor.

Magia (traspapelé el nombre del autor/a)

Imposible, completamente imposible no soñar con una noche en la Habana, con días de largas cabalgatas en las más extensas llanuras, con guitarras afinadas junto a una fogata y un par de malvaviscos rostizados por mi improvisado experimento, imposible no escuchar el sonido de aquel rio que baña la casa de campo por la parte trasera, imposible no sentir el olor del establo y los bramidos del ternero, imposible no sentir la caricia de la brisa en mis cabellos y hasta el sonido de las palmeras que se unen dichosas a la danza de las traviesas olas, aun inocentes de su inmensidad potencial, imposible no sentir la adrenalina de nuestro improvisado vuelo, fascinados como si fuéramos un par de avestruces descubriendo el revoloteo en nuestros emplumados miembros, ilógico, irreal, ¿qué más da? ni la más audaz águila ha logrado tan excitante vuelo, improvisado como todo lo que de mí proviene, pero vuelo al fin y al cabo.

Imposible no creerlo todo posible, siendo ésta la única excepción a la regla; imposible no soñarlo y casi palparlo, imposible no construir la más hermosa de las historias a partir del más banal suceso, me he convertido en artista, briosa, osada, intrépida y recursiva, capaz de levantar un castillo con tan solo un par que bloques y un poco de arena, sí, sólo eso has dado... y de ahí ha nacido, colorido, de imponentes pasillos, exquisitas terminaciones, las más preciosas armaduras y jarrones en cada una de las esquinas, mucha luz, tanta para no dar entrada a lo macabro, aunque deshabitado, más que vivo, lleno de mi, de eterna espera, Penélope he bautizado esta mansión, quizá el último lugar en el mundo al que acudirías, sin embargo sigue siendo imposible no considerarlo posible.

Qué gran contradicción mi amigo, un poco jocosa, ¿utopía? puedes así llamarla si lo deseas, no me molestará en absoluto, de utopías se alimenta mi vida.


Casi lo olvido, y cuenta como posdata: si tienes buenas noticias no las digas, calla un poquito más, se disfruta más de la intriga y de la búsqueda que de la recompensa y la meta, probablemente si me concedes un poco más de cercanía pueda palparte más que en sueños, entonces ya no tendría que ingeniármelas para construir un todo de la nada, para dar lugar a la magia, sería como una jubilación temprana, qué desdichada vida entonces tendría, tarde o temprano (más temprano que tarde) volvería a partir en busca de los más minúsculos detalles, es mi oficio, mi vocación. Si tienes buenas noticias amigo, átalas a una piedra y arrójalas al fondo del mar, que aunque parezca agonizante, mi corazón está radiante, que como pocos disfruto la zozobra y aborrezco la comodidad, si tienes buenas noticias tendrás que compararlas con estos versos y terminar decidiendo entre soñar cada día de tu vida o releer poemas viejos, carentes de sentido,  cada vez con más nostalgia, culpable de un terrible crimen, culpable de haber transformado la magia en maldición.

Redención. (Traspapelé el nombre del autor/a)

Casi te creo corazón,
casi me quiebro, faltaba poco para desenredar el ceño y regalarte por puro gusto lo que tanto buscabas.
Casi me pierdo, casi me encuentras, no hubiera sido más que un juego.
Por poco y mucho, ya contaba los pasos y se fugaban los segundos, ya extrañaba las palabras y disfrutaba las historias, ya me proyectaba, ya me desvelaba, ya me asimilaba y hasta me soportaba.

Casi te creo corazón,
casi te anhelo, casi te sueño, casi te inhalo, casi te atrapo, casi me fugo, faltaba poco para saborear la libertad.

Poca distancia corazón,
poca distancia resumida en un "casi", mil caminos al borde del abismo y vos, vos en el centro del averno.


Casi te creo, poca distancia, cerca del borde, un gramo más de coraje y hubiera contado como suicidio, pero casi, y casi es nada aunque para vos hubiese podido ser todo.