Domingo
Yennifer De Gois
Abrir los ojos, suspirar, ver la
cama perfectamente desecha, Perder la mirada en el diminuto rayo de sol que
entra por la ventana. Estos son pequeños placeres de la vida, que pocas veces
me dedico a apreciar, esa sensación de descanso, acompañada de belleza matutina
que me encanta sentir al despertar.
Ver en el espejo, mi cabello
castaño perfectamente despeinado, que acopla casi de manera artística al blanco
más blanco de mi rostro. Mis labios, completan esa obra con un dulce tono de
color, un rosado intenso, que hace llevar el mirar a esa imperfección que me
hace única, ese lunar en mi mentón que dice a viva voz, ¡Aquí estoy!. Todo
enmarcado en un rostro ovalado, acompañado de unos ojos café; ese café intenso
y profundo; unos que te pueden dejar en vela, si de ellos te gusta mirar.
El decidir pararme de la cama, es
la decisión más difícil en este momento; pero al hacerlo otro pequeño placer
viene empotrado con ese hecho, nada más satisfactorio que colocar la planta del
pie, caliente por estar entre sabanas; en el frío y solitario piso de mi
recamara, son pequeños contrastes de la vida, que me es inevitable querer
sentir.
Encontrar la casa sola, sinónimo de
libertad, colocar música a todo volumen, y simplemente bailar, cosas que
disfruto de verdad, sonreír y modelar como si frente de un público he de estar,
muchos pensaran que estoy loca, locos ustedes que no disfrutan de un buen
despertar.
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