Era indescifrable y colmado en delirio, un espejo
donde los monstruos que viven en las venas reventadas de los poetas más sucios
se miran, un juego sin azar donde ganar era ofertar con mis ojos su feminidad.
Ella, tan delicada, tan lasciva, tan carne y luz, tan desconocida. Me enfoque
en sus pies y por más que los evidenciaba tras esos zapatos de tacón y sus
delgadas medias de fina seda no soportaba el no
estar destrozándolos con mi sed y mi boca, esa noche les proclame
como el mejor de los vicios, un vicio desconocido y voraz, un verdadero
vicio
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