martes, 12 de julio de 2016

"Y de repente Madrid es la ciudad más grande del mundo" por Insomnio en la piel

Te he mirado a los ojos y me he quedado paralizada,
como una niña subida en unas escaleras mecánicas rotas.
Verte quema tanto como mantener hielo dentro del puño sonriendo
mascullando que estoy bien,
qué bonito paisaje,
qué maravilloso es todo desde que te has ido.
Nunca fui de echarte de menos antes de que salieras por la puerta
ni de pedir favores que podré cumplir,
porque no tiene gracia llorar si no es en tus propias ruinas.
(Y a mí me encanta reírme)

Quizá he sido demasiado rápida
y he cerrado la puerta
y te he pillado los dedos
y te he hecho daño
y ahora no quieres volver.
Verás,
llevo un cinturón de explosivos atado a la cintura desde que nos conocimos
pero nunca te he querido molestar con eso.
Prefiero acercarme con la gabardina abierta
a mostrárselo a quien engulle miseria para vomitar compasión.
La guerra interna no debería salpicar a nadie,
así que dejad de escupir sangre en mi cara.

He querido dormir en tus párpados,
egoísta.
He intentado abrazarte los miedos,
espalda.
Te he esperado desencantada,
como quien no ve el vacío
pero lo intuye.
Como quien intuye la nada.

Me he quedado quietecita y sonriendo
antes de seguirte para acabar llorando.
Pero, joder,
se me congelan la boca y las ganas
si no estás para envolverme en las canciones de Quique,
en el olor a gasolina
o en la piedra del mechero.

Y no sé cuántos inviernos más se me van a echar encima
si no te encuentro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario