lunes, 28 de noviembre de 2016

MUJERES



Las cifras son alarmantes, la sangre corre insistentemente y los gritos resultan inaudibles. No hay escapatoria, no hay disfraz para Juana de Arco, ni futuro predecible. Bajo la cama, bajo la mesa o bajo el ego de algún hombre, nos escondemos agitadas, mientras sostenemos con fuerza la esperanza de un nuevo día.

-"No usen faldas, escotes, vestidos, maquillaje", "no salgan sin un hombre", "no desobedezcan a su pareja": "O les puede ir muy mal".-

Entreguémonos entonces al miedo, a la sumisión, a la monogamia aplastante que compete a la mujer mientras se acompaña del infame heterismo masculino. Tomemos la mano de la resignación y callemos los abusos porque hablar de violencia a la mujer nos convierte en criminales.

Cuando uno vive de cerca las historias que a los hombres machistas, les resultan valerosas, comprende cuán repugnante es la indiferencia de la raza humana.
No se trata de hacer pronunciamientos que buscan atención, no se trata de un cúmulo irracional de quejas; se trata de vidas, de muertes, de MUJERES.

Somos mujeres porque no tenemos su sexo y eso automáticamente nos reviste con un manto de fragilidad innecesaria. No somos menos inteligentes, menos sagaces y mucho menos incapaces. Somos personas, bajo el mismo concepto que pregonan las constituciones, ¿entonces por qué día a día somos víctimas de violencia a causa de nuestro sexo?. ¿Por qué tenemos que rasgarnos las vestiduras, ponernos de rodillas, empuñar las riendas domésticas y olvidarnos de que existimos como nosotras y no como "esposas de..."?. ¿Por qué nos creemos el cuento de ser insignificantes, insuficientes y dependientes?.

No somos mujeres porque nos han convertido en mujeres o en el "otro" género, somos mujeres porque luchamos por ello, porque día a día tenemos que someternos a las concepciones desgraciadas disfrazadas de conductas regulares aceptables. Somos mujeres por suerte o infortunio (considerando el tiempo y el espacio).

No queremos empuñar una bandera en pro de los favoritismos o las consideraciones, queremos más bien sentirnos en igualdad de condiciones, sin mofas,sin violencia, sin moralidades.
Ni la iglesia, ni las costumbres, ni el género mismo pueden enterrarnos bajo la supremacía de ningún otro ser.

También soy mujer y no quiero ser un número más en la lista mundial  de los feminicidios, ni quiero callarme cuando puedo gritar. Soy mujer y no quiero ser muerte, quiero ser poesía.




-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO.

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