martes, 29 de noviembre de 2016

Nunca has sido tú, todo el rato


A quien me vio hueca
y decidió guardar sus armas 
para esconder el pasado
y los muertos
y las noches. 


Eres tan inoportuna
como seguir cantando una canción
que ya ha terminado;
como un estribillo repetido,
sin sentido,
vacío.

Como un modo de reproducción aleatorio
que siempre da donde duele.

Se me han roto todos los huesos
justo por la parte en la que llegabas,
y convertías los lunares de mi espalda en meteoritos
que amenazaban mi estabilidad.

Y has destruído la Tierra.

Te has quedado admirando
el efecto mariposa de tus dedos
mientras me retorcía
con cada una de las astillas,
pidiendo una tregua en las heridas,
prometiendo no estorbar con mi dolor.

Ojalá me escuches gritar
cuando te estés quedando dormida
y la culpabilidad te acune
y devores estrellas
que te exploten en el estómago.

Necesito que recuerdes mi risa
y que,
al poner la lavadora,
no puedas resumir en 65 palabras el ruido.

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