jueves, 10 de marzo de 2016

Como todos los poetas

El otro día caí en la cuenta,
de que empecé como empiezan todos los poetas: echándote de menos.
Unos, dejan el control de sus emociones al alcohol, creyendo así, que podrán silenciar la voz en su cabeza que les dice:
"No volverá".
Cómo si eso sirviera de algo,
como si perder el conocimiento y olvidar por un rato,
abandonado todo sentido común,
 te hiciera borrar los recuerdos que, alguien grabó a fuego en las depresiones de tu piel y, con saña,
te arrancó un pedazo de tu alma con sus propias manos, así;
disfrutando tanto...
Yo, por mi parte,
colocaba un folio en blanco en la mesa de mi escritorio y,
soltaba cuatro versos malos;
malos, no por su calidad,
no voy a ser yo quién juzgue los sentimientos que uno es capaz de expresar;
todos son bellos si salen de lo más profundo de ti.
Sino malos por su tristeza,
versos en los que me decía: tío, esto te va a poner peor; solo conseguirás no olvidar, solo conseguirás alargar tu dolor.
Ahora, años después,
entendí que no eran malos los versos; ni malo el que los escribía.
Entendí, que escribir poesía es la mejor de las terapias.
No porque te haga olvidar,
sino porque responde a la mejor de las preguntas del desamor:
"¿Por qué olvidar a alguien que ha sido y ha sacado lo mejor de ti?"
Y todo esto lo entendí,
el día en que, por casualidad vi,
a un hombre llorando y bebiendo hasta querer morir,
para intentar olvidar la fuerza con la que le hacías prisionero de ti,
con la suavidad de tus, casi;
inolvidables labios.
   
   Ricardo Marcos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario