lunes, 21 de marzo de 2016

Una historia de melaza: Eva y Malik

Eva llevaba una bufanda roja que se reía con el viento mientras le cubría los lunares, su cabello jugueteaba con las mariposas. Entretanto sus ojos se perdían en el azul cielo, así mismo sus labios tomaban el color de las flores, se paseaba encantada; había sido un largo invierno después de todo, ese hermoso día el pueblo se desperezaba del frío para abrazar el sol de nuevo. 

 Eva debía buscar a Malik, a él le encantaban los días soleados, imaginaba ese rostro iluminado, él era un amanecer radiante, su alma se perdía en la danza del sol, tenía que buscarle y ver ese espectáculo, ese rostro de niño inundado de hombre. 

 Recorrió el camino con una alegría de infante, ya podía verlo, casi podía olerlo, Malik emanaba un aroma a primavera, lo sentía en cada paso con un ímpetu que le desbordaba el alma; así llego a la casa color manzano de Malik, así, entre anhelo y al paso de su espíritu, allí aguardaba Malik primaveroso, la recibió con su blancuzca sonrisa y un suave beso en la mejilla, Eva le veía con dulzura, recibió ese cordial beso cómo la flor recibe la brisa que la baña. El rostro de Malik estaba cubierto de follaje, lo adornaba de maravilla esa barba, era todo un hombre, Eva le encontraba fascinante, sentía que podía perderse en ese follaje rojizo, ese hombre tenía tanto de niño, desde sus gestos hasta su sonrisa, luego sus manos de hombre, gigantescas y tan suaves como la lira, Eva amaba esa armonía entre niño y hombre. 

 -Mira, ¡qué hermoso!- dijo Eva.
 -El cielo está despejado, nos están invitando a bailar en él.- dijo Malik gracioso. 
 -¿Y la música?- preguntó Eva.   
 -¿Cuántas veces te lo tengo que repetir? La música está en todas partes, se siente, vibra en uno. Fíjate, la música está en la melodía de las aves ahora, aunque a veces también está en una roca, o en un libro, o en un pincel, o en tu cabello, o en tus piernas, o...- 
 -Ya basta, Malik, si sigues así no podremos bailar y el día se irá.-
 -Sí, pero siempre te lo digo Eva, la música, estas melodías, las vibraciones, el sentir con cuidado... Te hizo mal mi ausencia en el invierno, ahora pareces racional, ¡qué miedo me das! Preguntar por la música, bah, casi sonaste como un viejo matemático, porque sabes que ellos no escuchan, ni sienten, ni bailan.-  
 -Sí, sí, Malik, pues en tu ausencia pase todos los días en casa cuidando a las gallinas, hice mucha matemática, no me creerás esto... pero tres y dos son cinco.- 
 Malik lanzo una carcajada al cielo y dijo: 
 -Vaya, toda una matemática, entonces ya no escuchas música, has dejado de sentir y de seguro que no sabes bailar, eso tiene arreglo, aún no eres un caso perdido, venga, Eva de las gallinas y los números infinitos, le enseñare de nuevo, vamos a bailar.- 

 Malik tomó con ternura a Eva mientras tarareaba melodías de pájaro, se movía lentamente y con gracia en medio del césped, bajo el cielo pintado. El corazón de Eva latía al compás con Malik, pero éste se detuvo bruscamente y la miro seriamente. 

 -¿Qué he hecho?- pregunto Eva.
 -Esa bufanda, ese atuendo, ¡qué abominación! un día hermoso y tu aun en invierno, es grave Eva.- respondió Malik sereno.
 -¿Apenas te das cuenta?- pregunto Eva exaltada.
 -No, pero sabía que si te lo hubiera soltado inmediatamente habrías huido y te habrías cerrado con el rostro nublado.- contesto Malik dulcemente. 
 Eva lo miraba desdeñosa. 
 -¿Ves? Esos ojitos negritos me miran sin ganas y con un desprecio de niña, entonces ya no parecen ojitos, parecen lanzas.-
 Eva apretó los ojos y se quito la bufanda con desgana. 
 -Si lo vas a hacer sin ganas mejor lo hago yo.- dijo Malik sonriendo pacienzudo recogiendo la bufanda del césped. 

 Malik la recogió poniéndosela de nuevo a Eva, mientras lo hacia la miraba con los ojos llenos de una alegría infantil, Eva reprimía un te amo de sus labios ignorando que se le escapaba en los ojos, Malik la leía perfectamente, su alma comenzó a bailar, si estaba orgulloso de algo era de ese amor, de esa mujer con el corazón vivo, pronto encontraría la manera de decírselo y robarle ese te amo con sus labios pero en ese momento era más bello sentirlo que intentar dibujarlo.

 La había extrañado durante el invierno, esos ademanes cuidadosos y titilares, ese rostro de poros floreados, la sonrisa débil y esos ojos renegridos que ella siempre tornaba en todas las direcciones a causa de la timidez, esos ojos dilataban un alma preciosa, tan expresivos, tan vivos. 
Malik había sentido ese invierno como tormentoso, el trabajo fue arduo y el descanso poco, su médula helaba cada noche y por las mañanas los huesos le crujían. Se reconfortaba con su humor de niño y algún que otro recuerdo bello y claro que el anhelo de regresar a su pueblo y ver a Eva. 
 Nunca había pasado tanto tiempo lejos de ella, entonces la repasaba con cuidado sintiéndola, su ausencia lo hacía enaltecerla. Entendió que la amaba mas allá de todo pensamiento y de cada repaso, así entre esos gélidos días.

 Malik la miraba mientras su alma rebosaba, le quito con cuidado la bufanda, dejando al descubierto esos tímidos lunares con los que jugaba en sus sueños.  

 -Así es como se debe hacer.- dijo Malik con afabilidad triunfante. 
 -Deja que el sol bese esos lunares, fueron hechos para besarse.- agrego coqueto. 
 -El sol no da besos.- respondió Eva. 
 -Déjale esa vacía racionalidad a las gallinas.- comento Malik con gracia. 
 -Oye pero no hemos avanzado nada, aun cuentas y piensas, terrible, ven, terminemos el baile.- agrego finalmente Malik. 

 Así cayó la noche, uno en los brazos del otro, moviéndose al compás de la música que sus almas tocaban, así, y con la bufanda roja en el césped dormida. 

 -Deberíamos quedarnos para el amanecer.- dijo Malik. 
 -La noche esta fría, vamos a entrar, tendremos otro amanecer después.- dijo Eva. 
 -¿Por qué esperar a otro amanecer? Podemos tener este, estamos aquí ahora.- dijo Malik. 
 -¿Eso es todo?-pregunto Eva.
 -Es todo lo que tenemos ahora.- finalizo Malik. 
  
 El frío se hacía implacable, Eva comenzaba a tiritar en espera por ese amanecer, Malik la abrazó fuertemente para ahuyentarle el malestar, luego la sentía tanto como a su corazón, ambos ardientes y rebosantes. 
 Sin darse cuenta comenzó a recorrerla con los dedos, estos jugando con la piel y discutiendo con la ropa. Eva sentía que la peregrinaba y allí entre los brazos de Malik sabía que debía permanecer, pero ¿cómo decirlo? ¿Cómo pedirle que la sostuviera para la eternidad, que la abrigara sin cesar, que la transitara sin retorno? ¿Cómo hablarle de su amor? ¿Acaso alguien sabe hablar del amor? 
 Malik era ese niño poblado del más bello sentir, un hombre de fluctuaciones corrientes y claras, tan malcriado como sabio, tan astuto como holgazán, tan inteligente como singular; sabia que le amaba, desde sus tristezas húmedas hasta sus alegrías pomposas, desde sus enojos ardientes hasta su calma de arena. Malik la impregnaba con su tacto y aliento, escuchaba su corazón y el de él, revoloteaba, estaban juntos se sentían, eso era más que invención.

 Una delicada lluvia tomó protagonismo justo antes del anhelado amanecer, mientras Eva se rendía dormida murmurando sueños. Cada gota que caía parecía contener un poco de amor, un poco de fantasía, un poco de sueño y vida. Malik se maravillaba al ver dormir a Eva, la escena era magnifica debido a las gotas que la cubrían con delicadeza, Malik ansiaba ver el despertar de ese rostro rociado, se divertía al imaginar esa expresión jocosa, imaginaba sus pestañas empapadas y sus ojos intentando asomarse, era cuestión de esperar unos instantes. 

 Eva despertó cuando la lluvia se hizo grave, su expresión fue peculiar, muy distinta a como Malik había imaginado, precisamente por eso se le ensancho el corazón, escenas como esas no pueden ser imaginadas, expresiones así solo pueden enternecer el alma.

 -Qué divino, estas lluvias son sublimes, bañan el alma y alimentan el amor, muy distintas a las de invierno, esas lo aporrean a uno como piedras y despiertan la tristeza a gritos.- dijo Malik mientras se levantaba.
 -Estas lluvias son para sentirlas.- finalizo Malik ya de pie.

 Eva no podía hallarse ante una mejor escena, se le escapaban las sonrisas mientras se desbordaba de amor, cada palabra que brotaba de Malik era una extensión de su alma tan exquisita. Le adoraba en sus discursos largos y se maravillaba con cada dibujo de su pensamiento.

 -No se requiere de mucho para sentir la lluvia.- comento Eva dulcemente mientras se desperezaba en el césped.
 -Ciertamente, señorita de las gallinas, se requiere alma, sólo eso.- dijo Malik esbozando una sonrisa de ingenio.

 Se acerco entonces a Eva tendiéndole la  mano para levantarla.

 -Vamos a sentir esta lluvia.- dijo Malik rebosado.

 Ambos de pie y sujetados de la mano miraban hacia el cielo, recibiendo el beso de cada gota, en aquel momento Malik miro a Eva con los ojos brillosos frente a frente sin decir nada su amor minaba esa mirada primorosa, los inundaba.

 Eva recibió esa mirada con un atisbo de belleza, soltó a Malik para tocar su rostro empapado, pasaba sus manos suavemente como para capturarlo en su tacto, llenándole con los dedos y las palmas de melaza amorosa.

 Malik tomó las manos de Eva mientras se deslizaban por sus mejillas, tan pequeñas y delicadas las puso sobre su monumental pecho.

 Eva sentía la camisa de lino mojada pero más que eso sentía la virilidad de Malik, algo en ella emergía mientras tenía sus manos como adheridas, Malik de pronto ya no era un niño tierno que se paseaba por su alma, ahora era un hombre excelso, ancho y fuerte que se paseaba ardiendo por su sangre, le impresionó su sentir, Eva comenzaba a arder bajo la lluvia.   

 Malik sentía esas dóciles manos sobre él, le removía el pudor a esa inmaculada mujer, sentía que ella podía perderse en la inmensidad de su cuerpo de hombre, sabía que él quería recorrerla entera y palpar toda su figura, más que palparla en realidad quería fundirse en sus formas blandas, traspasar esa piel nevosa.

 Malik guiaba las manos de Eva, así le removió la camisa empapada, los pantalones desgastados y todo lo que lo cubría.

 Eva se encontró por primera vez frente a un hombre desnudo, la imagen la impresionaba, toda la forma de Malik, cada pasaje, quería pasearse de arriba abajo, sumergirse en esa inmensidad de hombre.

 -Este no es cualquier hombre, es Malik.- se dijo Eva y sus palpitaciones aumentaron, todo era desconocido y simplemente delicioso.

 Las formas de Eva se notaban exquisitas debido a su ropa humedecida, sin siquiera pensarlo Eva se deshizo de su vestido y todo lo que la ocultaba.

 La lluvia era impetuosa cuando el amanecer estaba desperezándose para salir, esos cuerpos desnudos emanaban un brillo nunca antes visto, la exquisitez de la forma humana resplandecía, de igual forma la sangre que los recorría iba desembocada buscando la del otro.

 Malik sentía la belleza de ese cuerpo, de esa mujer, la sangre le hervía y el corazón se le dilataba, esas curvas tiernas lo habían esperado mucho tiempo, esa alma delicada estaba allí después de haber pasado toda su vida intentando encontrarla sin siquiera saberlo.

 Malik se alejó y cerró sus ojos dejándose dominar por la lluvia y todo su sentir, cada gota lo descendía y Eva lo admiraba queriendo ser esa lluvia, cada gota, deseaba tanto que no consiguió controlarse y se acerco para bañarlo con ella, toda su vergüenza se desvaneció en la nada.

 Eva se acercó quitando las gotas de la piel de Malik con sus besos, comenzó por su rostro y su barba, ya luego deteniéndose con pasión en esos labios perfectamente dibujados y así por su pecho ancho, los brazos fuertes, esos muslos pomposos y esas piernas fuertes.

 Eva susurraba entre besos palabras de amor, su alma se dibujaba con cada aliento, luego se detuvo para aprenderlo con sus manos, lo tocaba suavemente por cada pasaje mientras veía la expresión de éxtasis en el rostro de Malik, al terminar acercó su cuerpo al de Malik.

 Malik sentía el calor de Eva, sus manos temblaban, quería tomarla sin preámbulo, posó sus labios fuertemente en los de Eva, la besó con efusión y finura, despacio para capturar su aliento.

 Las manos de Malik hallaban el camino en el cuerpo de Eva, recorriendo su blanda y pequeña cintura, peregrinando en ella, absorbiendo con su tacto los senos de maná de Eva, traspasando la nieve en esos muslos juguetones, la sentía cómo a su propia piel, esa divina piel que hasta entonces había permanecido intacta.

 Malik sentía su sangre junto a la de Eva, corrían juntas, ambos palpitaban cómo sólo los verdaderos amantes hacen. Fluían sin cesar, temblaban y ardían, fundidos al mismo tiempo en caricias y besos, de repente ya no sentían la lluvia caer, sólo se sentían, así cayeron al césped para trascender el uno en el otro.

 Malik se extendió por toda Eva, mientras ella lo abrazaba con todo su ser. Eva floreada y Malik naciente, comunión perfecta. Malik se liquidaba en Eva y ella se vertía por completo en Malik.

 El amanecer se apareció con su excelsa belleza, Malik yacía en calma, adormilado en el pecho de Eva.

 Eva lo resguardaba con ternura mientras sonreía con amor y dicha, veía ese rostro suave, fascinada por tal belleza, ese rostro quieto, desde sus pestañas caladas de amanecer, hasta los labios contenedores de vida. Le veía descansar en ella, lo cual era asombroso, ese hombre tan niño en sus brazos, quería conservarlo, le escuchaba respirar disfrutando de sus sueños, sabía que quería verle cada amanecer, guardarlo en sus brazos e impregnarle su amor en cada sueño, velar por su descanso, compartir su velo, buscar a Morfeo juntos, siempre.

 La mañana los encontró, el césped esparcía el alma de los amorosos, mientras Malik se desperezaba cómo un niño mimado, Eva le dejo levantarse mientras acomodaba su cabello.

 Buscaron sus ropas, Eva se encargo de vestir a Malik, mientras Malik se encargo de vestirla a ella. Sonreían en complicidad, cómo verdaderos compañeros, vertidos el uno en el otro sin dejar de ser, ése era el inicio de una vida que ambos crearían, ésa entre sus preciosas soledades y su maravillosa compañía, entre preguntas y respuestas, dudas y certezas, divagaciones y pereza, risas e historias, lecturas y silencios, entre amor y más besos.

 Entraron a la casa color manzano de Malik, Eva miró con ternura ese lugar que arropaba cada día y noche a Malik, todo desordenado y colmado de fantasía. Malik comenzó a hacer café mientras tarareaba una melodía divina, Eva salió sigilosamente tomando papel y un bolígrafo se sentó en compañía de un árbol milenario, miraba la bufanda roja que con dulzura Malik había removido luego miró al cielo y se dejó besar con delicadeza por la belleza de ese día, dirigió la vista a esa casa color manzano, comenzó a escribir con el alma danzante.


Querido Malik, sí, comienzo esta carta como tantas veces se ha hecho.
 Querido, no tienes idea de lo mucho que te siento, pero no te hagas una idea porque en realidad me gusta permanecer fuera de ellas.
 Siento cada letra, cada palabra, siento tu nombre, con tanta belleza se escribe, con tanta dulzura se pronuncia.
 Querido Malik, cambiaré el “querido” porque en realidad te siento amado, hagamos que comienzo de nuevo.
 Amado Malik, la mañana está hermosa pero estas en un manzano jugando con el café, así que no puedes ver esta mañana, intentaré describirla para ti, lo haré para que saborees mejor el desayuno, para que me tengas al menos en un bocado o en un sorbo de café mientras me lees.
Amado mío, los pájaros parecen coquetear con los arboles mientras los contenedores milenarios seducen a la lira, la lira a su vez encanta a una abeja traviesa, imagino que la abeja estará enamorada de un cerezo, es lindo pensar en ese valle de amor, porque todo se reduce a eso, ¿sabías? el amor, bueno, en realidad no se reduce, se magnifica, deberías estar orgulloso de mi, ya me corrijo.
 Ahora el viento hace bailar a dos mariquitas, esas que se pasean siempre por la roca en la que sueles sentarte, la bufanda roja que me quitaste sigue entre el césped, no la levantare porque ahora es el hogar de alguien.
 El sol parece acariciar a las flores con ternura, estas se levantan con alegría cómo quien despierta y ve a su amante.
El cielo está despejado, parece ser egoísta, no quiere que ninguna nube le quite protagonismo, quiere solo él ser admirado, debe estar muy contento porque lo admiro y le amo.
 Creí ver un colibrí, sabes lo que me producen estas criaturas, el alma se me desborda, qué niña soy ahora, si tan solo pudiera jugar con él un ratito, es tan fugaz y tan lindo, amado mío si pudiéramos viajar en un colibrí.
 Ahora tu manzano se ve colorido, escucho una melodía de violín, debe ser el niño Eliot desde aquella casa de palmas.
 La mañana esta hermosa, ahora pasó la señora Adelaida con el travieso Napo, me han brindado de una sonrisa que de seguro habrías disfrutado, en especial la de Napo, me han hecho bailar un poco, pensar que no había bailado desde hace tanto, tenias razón, tu ausencia me había alterado en un viejo matemático.
 Qué hermoso espectáculo, mis palabras son pobres formas para intentar capturar tal imagen, pero al menos puedes disfrutar de mi rara escritura y preguntarte si mis r son íes o reírte de cada descripción que hago o tal vez imaginar que mientras te escribo visto un disfraz purpura de hormiga.
 Amado Malik, ya debería entrar en tu manzano y hacer una critica dulce sobre tu café y llenarte de besos las pestañas  y juguetear en tus labios y pellizcarte la espalda, pero no puedo irme todavía, quiero tenerte un momento más entre estas letras que son tuyas.
 Amado Malik, te amo, me siento tan viva al sentirte en mí, floreados mis dedos que te escriben, me invades el alma, te siento en cada palabra, eres parte de mí, de todo mi ser, te amo, qué delicia el sentirlo.
 Amado Malik, qué hermoso te tengo cuando me siento.
 Te amo, sí, siento que lo estoy diciendo demasiado, pero sigue surgiendo sin parar esa es tu responsabilidad.
 Este árbol que me acompaña es frondoso y vivaz, me susurra cumplidos y me habla de ti, ahora dice que el otro día te perdiste viendo una mariposa y luego buscando un águila, ese mismo día lloraste junto a las flores, dijo que quería abrazarte pero que las flores hacían más que suficiente a tu lado, dice que eres buen compañero, eso puedo confirmarlo.
 Amado Malik, la mañana exclama vida y dibujo un te amo para ti, así lo guardas en tu barba y después lo sientes en el alma.
 Ya voy contigo, amado Malik, a saborear el café de tus labios y comer el desayuno entre tus brazos, espero te haya gustado la mañana, te invito a un paseo por la tarde y a buscar dientes de león comiendo mandarinas.
 Te amo, Malik, la próxima vez solo ponle dos cucharaditas de azúcar al café.

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