jueves, 10 de marzo de 2016

DESENCUENTROS

Andaras perdida por las calles, tanto como yo; recorriendo las mismas esquinas en momentos inexactos.
Habremos caminado uno atrás del otro sin saber quién es quién.
Nos habremos dicho – Permiso – en algún ómnibus; casi seguro que te habré mirado, y sospecho que vos también lo habrás hecho, de esa forma que miran las mujeres, esa forma que los hombres no nos damos cuenta.
O tal vez nos habremos cruzado aquella vez en el shopping, cuando caminaba de la mano de mi novia y posee ligeramente mi mirada sobre la tuya para no alertar a quien supongo seria, o es, tu novio, y por supuesto, para no inquietar a mi pareja.
Quizás seamos de esas historias que aparecen en internet, esas que cuentan que dos niños atrapados por el foco de una cámara en una playa, que luego de varios años, muchos años, se encuentran, se enamoran y una tarde de lluvia y pasta frola, uno le muestra al otro esa foto de la infancia donde uno sorprendido se reconoce a si mismo a solo cinco metros de distancia del otro con una palita y un baldecito lleno de agua salada en la mano; quizás seamos una de estas historias, no sé si en la playa, o en un parque o en el cumpleaños de una tia que yo fui a saludar y vos vivas enfrente.
Cuantas veces nos habrá empapado la misma lluvia­? Cuantas veces habremos corrido en direcciones opuestas o similares en busca de refugio de esa lluvia que nos mojaba los zapatos?
Seguro el ocio de la adolescencia nos habrá puesto en la misma plaza, en la misma rabona de esa materia del liceo, o en el mismo boliche, en el que un amigo le gustaba una de tus amigas, aquella que conversaba contigo mientras vos me dabas la espalda.
Habré sentido en algún lugar cualquiera el rastro de tu perfume o vos del mío, y habremos mirado como quien no mira, en busca del responsable de ese impacto aromático.
Te habré visto, me habrás visto, hasta incluso por qué no? Habremos amagado abrazarnos embriagados por la emoción de gritar un gol de nuestro cuadro; o no. También es probable que sin saber de tu amargura me haya burlado del gol que vos sufrías, o viceversa.
Pero puede ser también que nunca te haya cruzado jamás. Tal vez, vos te levantes con tus ritos, tus costumbres, tus horarios, tu idioma cuando yo me acueste con los míos.
Aun no sé, y seguro vos tampoco sabes cuál será la esquina, el bar, la parada, la lluvia, la tribuna o los infinitos etcéteras que se dignen a hacernos coincidir en una causalidad tan absurda como romántica, de esas que suceden en las películas.
 Aun no te conozco, no se quien sos, no sé nada de vos, ni como es tu pelo, tu cara, no sé si escribís con la mano derecha o con la zurda, si te gusta el helado de frutilla o de dulce de leche granizado, no sé cómo es tu sonrisa, esa que de seguro tantas veces me dejara paralizado. O quizás peor aún, quizás conozco todo eso y estoy mirando para otro lado.
Lo cierto es que Cortázar tenía razón, andamos sin buscarnos, sabiendo que andamos para encontrarnos.


“andábamos sin buscarnos, sabiendo que andábamos para encontrarnos” Julio Cortázar

1 comentario:

  1. Siempre lo he pensado. Cuando veces sin querer tropezamos, nos miramos y olvidamos nuestros rostros para volvernos a ver creyendo que es otra persona distinta, pero siempre ha sido la misma.

    ResponderEliminar