jueves, 17 de marzo de 2016

Recuerdos que no salen del sofá

Me hallo inmersa en una nube de nostalgia. En una constante batalla entre los recuerdos y yo. Algunos apuntan, y alcanzan, más fuerte que incluso propias balas

"Quédate con los buenos recuerdos", decían. Pero, ¿de qué me sirven las memorias si personas a las que tanto amé ya no forman parte de mi destino? Se quedaron en el camino para aludir que sólo estuvieron de paso. 

No puedo negar que han ayudado a forjar quien hoy soy. Me han enseñado valores que no tienen etiqueta ni precio, y cuando deseo que esos recuerdos se borren, inmediatamente desecho tal idea de mi mente.

Es tan sólo aprender a que no duelan, y abrazarlos. 

Darte tiempo, darnos tiempo. Los recuerdos permanecerán, son lo único que nos queda. Sin embargo, a veces me gustaría sentarlos en tu sofá y aparcarlos durante un breve suspiro. A fin de cuentas en él cabrían todos y cada uno de ellos. Nos guiarán por la correcta senda. Nos salvarán.

El corazón seguirá su propia rehabilitación, no guiada por un cuerpo de especialistas del desamor. Poco a poco aquel corazón roto, quedará sólo fisurado; grietas irrecuperables. Grietas de una guerra perdida, grietas de tu saliva sobre mi piel herida. 

Pero grietas que no mienten sobre tu leve paso por mi vida. 



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